Esta imagen hace parte del trabajo realizado en el marco del proyecto Laboratorio Creativo: Casa de Vacilación. La imagen fue utilizada por Viviana Ángel Chujfi; y el texto fue gracias a un proceso colaborativo adelantado con el artista Nicolás París.
Hablemos de la Monstera … de la Costilla de Adán que llevo dentro.
Te digo que siento que me atravesaron un montón de balas pero no estoy rota.
Y entonces dices: “Quedaste como la monstera deliciosa”.
Y yo pienso: “… como la costilla de Adán”.
Entonces recuerdo a Eva y pienso en todo lo que no he escrito.
Pienso en las piedras que puse en junio sobre la tierra para que floreciera el cementerio.
Y repito que si las hojas no tienen agujeros pues no les entra la luz.
Si la hoja ya está rota, ni los vendavales pueden fracturarla.
Ni yo misma puedo fracturarme.
Soñé con recorrer cada uno de los cuartos que me habitan en la casa.
La cocina y cada uno de los tarritos transparentes con el arroz, la sal, la avena y el café.
Las pastillas para la memoria y el corazón.
Los vasos chiquititos en los que tomo agua.
La fruta congelada.
La ropa sin lavar.
El mueble impasible.
Las maticas que no se han muerto porque aprendí a regarlas.
El sol que entra por la mañana.
El bastidor.
El jardín de flores que me regaló mamá.
Los libros y cada uno de los libros de las personas que me habitaron algún tiempo.
Las dedicatorias y las letras que componen el alfabeto de mi tiempo en esta biblioteca.
Los pinceles, las revistas, los retazos del tiempo en el tocador.
La crema para las arrugas.
El televisor.
Los relojes que ya no quiero, y ya no uso porque me duele la muñeca al escribir.
El radio del abuelo que viajó por barco.
Los libros de Tomás González organizados de menor a mayor.
Las almohadas, los espejos, los cuadernos.
La nueva casa, que es la nueva yo.
Valentina.
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